El cambio climático es uno de los problemas más serios que afrontan las naciones, ya que el mismo influye directamente sobre el ecosistema. Esto impacta en la disponibilidad y el uso de los recursos, en la producción, en la actividad económica y en los seres humanos. El cambio climático es un reto para las próximas décadas. Como respuesta para limitar la concentración de los gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera se están desarrollando iniciativas internacionales que se basan en la cuantificación, seguimiento, informe y verificación de emisiones y reducciones.
Los GEI existen de forma natural en la atmósfera donde cumplen la función de elevar la temperatura del planeta hasta niveles óptimos para la vida.
El cambio climático consiste en una variación en los parámetros del clima con respecto a sus valores históricos debido al exceso de concentración de GEI en la atmósfera.
El dióxido de carbono (CO2) y el vapor de agua son los principales gases de este tipo. Los niveles naturales de estos gases se ven incrementados por las emisiones resultantes de la actividad humana, es decir, que no se producen de forma natural. A éstos se los conoce como GEI antropogénicos y son: dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), óxido nitroso (N2O), hidrofluorocarbonos (HFCs), perfluorocarbonos (PFCs) y hexafluoruro de azufre (SF6).
Las actividades humanas han causado este incremento de GEI principalmente por la quema de combustibles fósiles. Este exceso de concentración hace que se pierda el balance natural del Efecto Invernadero dando lugar al cambio climático.
Este cambio climático trae como consecuencia, incremento desmedido de la temperatura terrestre, derretimiento de los hielos polares, aumento del nivel de los océanos y eventos climáticos extremos tales como inundaciones y tormentas tropicales, entre otros.
La huella de carbono es un término utilizado para describir la cantidad de GEI generados por las actividades de las organizaciones, personas, productos o servicios; y es por lo tanto un indicador para medir la contribución de los mismos al cambio climático. Conocer estas emisiones y comprender de dónde provienen es fundamental para poder reducirlas.
Al realizar el cálculo de huella de carbono se obtiene información de alto valor que a su vez permite:
Las emisiones de GEI calculadas en la huella de carbono se contabilizan como emisiones de CO2 equivalente, a través de la cuantificación de todos los GEI involucrados con sus respectivos potenciales de calentamiento global.
El potencial de calentamiento global es una medida relativa de cuánto calor puede ser atrapado por un determinado gas de efecto invernadero, en comparación con un gas de referencia (CO2). Puede ser calculado para diferentes periodos de años, siendo 100 años el valor utilizado por defecto.
El seguimiento de un determinado estándar para la determinación de la huella de carbono busca alcanzar los siguientes objetivos:
El principal objetivo acordado resultó más ambicioso de lo esperado: mantener el aumento de la temperatura mundial muy por debajo de 2 grados centígrados este siglo y procurar esfuerzos para limitar aún más dicho aumento a 1,5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales.
El cambio climático constituye una emergencia mundial que va más allá de las fronteras nacionales. Se trata de un problema que exige soluciones coordinadas en todos los niveles y cooperación internacional para ayudar a los países a avanzar hacia una economía con bajas emisiones de carbono.
Para abordar el cambio climático y sus impactos negativos, los líderes mundiales en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP21), en París, realizaron un avance más el 12 de diciembre de 2015 con el acuerdo de París.
El Acuerdo establece objetivos a largo plazo como guía para todas las naciones:
El Acuerdo es un tratado internacional legalmente vinculante. Entró en vigor el 4 de noviembre de 2016. En la actualidad, 194 partes (193 países más la Unión Europea) han firmado el Acuerdo de París.
El Acuerdo incluye compromisos de todos los países para reducir sus emisiones y colaborar juntos a fin de adaptarse a los impactos del cambio climático, así como llamamientos a estos países para que aumenten sus compromisos con el tiempo. El Acuerdo proporciona a los países desarrollados una ruta para que ayuden a las naciones en desarrollo a mitigar y adaptarse al cambio climático, creando un marco para un control y una información transparentes sobre los objetivos climáticos de estos países.
El Acuerdo de París proporciona un marco duradero con afán de dirigir el esfuerzo global durante las próximas décadas. Señala el comienzo de un cambio hacia un mundo con emisiones cero neto . La puesta en práctica del Acuerdo también es esencial para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ya que ofrece una hoja de ruta para las medidas climáticas que reducirán las emisiones y aumentarán la resiliencia al clima.
El Acuerdo de París solicita a cada país que comunique sus acciones climáticas posteriores a 2020, conocidas como sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (CDN). Las partes también están invitadas a comunicar el desarrollo de sus estrategias para bajar las emisiones de GEI a largo plazo.
El Acuerdo de París se implementa en ciclos de cinco años, con acciones de los países progresivamente más ambiciosas en materia climática. Se espera que, cada cinco años, los países envíen un plan nacional actualizado de acción climática que se conoce como Contribución Determinada a Nivel Nacional, o CDN.
En sus CDN, los países comunican las medidas que tomarán para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero a fin de alcanzar los objetivos del Acuerdo de París. Los países también comunican en estas CDN las medidas que tomarán para desarrollar la resiliencia necesaria para adaptarse a los impactos del aumento de temperaturas.
Para enmarcar mejor los esfuerzos encaminados a lograr el objetivo a largo plazo, el Acuerdo de París invita a los países a formular y enviar estrategias a largo plazo. A diferencia de los CDN, estas no son obligatorias.
Los detalles operativos para la implementación práctica del Acuerdo de París se acordaron en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP24) de Katowice, Polonia, en diciembre de 2018, en lo que coloquialmente se llama el Libro de Reglas de París, y se finalizaron en la COP26 de Glasgow, Escocia, en noviembre de 2021.
Vea los países que han enviado un plan de acción nacional sobre el clima actualizado (CDN) en 2020/21.
Los últimos análisis indican que, si actuamos ya, podemos reducir las emisiones de carbono de aquí a 12 años y frenar el aumento de la temperatura media anual por debajo de los 2 °C, o incluso a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales, según los datos científicos más recientes.
El Acuerdo de París es un marco normativo que detalla las medidas a tomar para detener la alteración del clima e invertir su impacto. Pero, este acuerdo se lo debe acompañar de una acción ambiciosa.
La ONU pide a todos los líderes planes concretos y realistas para mejorar sus contribuciones concretas a nivel nacional para 2020, siguiendo la directriz de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero un 45 % en los próximos diez años y a cero para 2050.
Para que sean efectivos y fiables, estos planes no pueden enfrentarse a la reducción de forma aislada: deben mostrar una vía hacia la transformación completa de las economías siguiendo los objetivos de desarrollo sostenible.
Ante el avance extremo del cambio climático, el planeta podría encontrarse en la recta final. ¿Se aproximan los peores efectos?
Al parecer, el cambio climático avanza a tal velocidad que la humanidad está quedando sin posibilidades de solucionarlo. Se acaba el tiempo para detener los peores efectos del calentamiento global causado por la acción humana.
Estamos aproximándonos al punto de no retorno, si observamos lo que está ocurriendo en el mundo con el calentamiento global, es espantoso. Somos parte del mundo natural y dependemos de ecosistemas saludables. Cada uno de nosotros causa un impacto en el planeta a diario y nosotros decidimos que tipo de impacto haremos.
El cambio climático es real y ya afecta a todos los continentes y océanos. El uso creciente de combustibles fósiles como el petróleo y el carbón, la deforestación y la ganadería intensiva –entre otras actividades humanas– han aumentado la temperatura promedio del planeta casi un grado en los últimos doscientos años.
La suba de la temperatura está relacionada directamente con el aumento exponencial de la concentración de los gases de efecto invernadero (GEI), en la atmósfera terrestre.
La variación de la temperatura media de la superficie de la Tierra está produciendo fenómenos meteorológicos extremos, como olas de calor o frío, sequías más pronunciadas y períodos de lluvias más intensas y recurrentes, así como el retroceso y desaparición de glaciares y el aumento del nivel del mar.
Si no se toman medidas urgentes y ambiciosas para mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 1,5 grados a 2050, se prevé que las consecuencias del cambio climático alcanzarán dimensiones catastróficas antes de que se termine el siglo XXI.
Faltan menos de 30 años para que los países alcancen el objetivo de “cero emisiones netas”, que implica reducir drásticamente la emisión de gases de efecto invernadero hasta equilibrar lo que se emite con lo que la naturaleza y los océanos pueden absorber.
Para lograrlo se requiere descarbonizar la industria, los sistemas energéticos y el transporte. Así como cambiar y adaptar los modos de producir y consumir. Se debe pasar de energías fósiles a energías renovables, mejorar la eficiencia energética y modificar nuestra alimentación, entre otras cosas. Para entender, lo mejor es medir la huella de carbono y calcular los GEI generados por una persona o empresa.
Un mercado de carbono es un sistema donde las empresas y otras organizaciones pueden comprar y vender créditos de carbono. Un crédito de carbono representa una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) por tonelada de dióxido de carbono equivalente (CO2e). Cuando una empresa compra créditos de carbono, está financiando proyectos que reducen las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto puede incluir proyectos en las áreas de energía renovable, eficiencia energética, reducción de la deforestación y conservación de bosques.
El mercado del carbono es un mercado global con mercados en todo el mundo. El mercado más grande es el Sistema de Comercio de Emisiones de la Unión Europea (EU ETS), introducido en 2005. El EU ETS cubre las emisiones de alrededor de 450 empresas de energía y de uso intensivo de energía dentro de la UE.
Otros mercados de carbono importantes incluyen el Mercado de Reducción de Emisiones Certificado (CERM) de Japón, el Mercado de Reducción de Emisiones Certificado (CDM) de las Naciones Unidas y el Mercado de Reducción de Emisiones (REM) de EE. UU.
El mercado del carbono va muy lento, pero continúa en crecimiento. El valor de transacción del mercado de carbono aumentó de USD 16 000 millones en 2012 a USD 80 000 millones en 2019. Se espera que el mercado del carbono siga creciendo en los próximos años a medida que más países y empresas se comprometan a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Los mercados de carbono son una herramienta importante en la lucha contra el cambio climático. Los mercados de carbono ayudan a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mitigar los impactos del cambio climático al proporcionar incentivos para que las empresas y otras organizaciones reduzcan sus emisiones.
Los mercados de carbono regulados y voluntarios son dos tipos de mercados de carbono que difieren en diseño y propósito.
Un mercado de carbono regulado es un mercado establecido por un gobierno. Estos mercados obligan a las empresas a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y les otorgan créditos de carbono para venderlos a otras empresas que no cumplan con sus objetivos de reducción de emisiones.
Por otro lado, los mercados voluntarios de carbono no son establecidos por los gobiernos. Estos mercados son mercados libres donde las empresas pueden comprar y vender créditos de carbono de forma voluntaria. Las empresas compran créditos de carbono para compensar sus emisiones de gases de efecto invernadero o reducir su huella de carbono.
Las principales diferencias entre los mercados de carbono regulados y voluntarios son:
Diseño: Los mercados de carbono regulados están diseñados por los gobiernos y están sujetos a normas y reglamentos estrictos. Los mercados de carbono voluntarios, por otro lado, no están diseñados por los gobiernos y están sujetos a reglas y regulaciones menos estrictas.
Objeto: El objeto de los mercados regulados de carbono es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. El objetivo de los mercados voluntarios de carbono es compensar las emisiones de gases de efecto invernadero o reducir las emisiones de carbono.
Participante: Las empresas obligadas por los gobiernos a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero participan en los mercados de carbono regulados. Las empresas que voluntariamente reducen sus emisiones de gases de efecto invernadero o quieren compensar sus emisiones de gases de efecto invernadero participan en los mercados voluntarios de carbono.
Precios: El precio de los créditos de carbono en el mercado regulado es generalmente más alto que el precio de los créditos de carbono en el mercado voluntario. Esto se debe a que el mercado regulado tiene una mayor demanda de bonos de carbono que el mercado voluntario. La demanda de créditos de carbono en el mercado regulado está aumentando a medida que los gobiernos exigen a las empresas que reduzcan sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). En cambio, la demanda de bonos de carbono en el mercado voluntario es baja porque las empresas no tienen la obligación de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero.
El precio de los bonos de carbono en el mercado regulado es más estable que el precio de los bonos de carbono en el mercado voluntario. Esto se debe a que los mercados regulados están diseñados para estabilizar y garantizar que las empresas cumplan con sus objetivos de reducción de emisiones. Por otro lado, el mercado voluntario no fue diseñado para la estabilidad y el precio de los créditos de carbono en el mercado voluntario puede fluctuar significativamente.
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